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"Virales pero porque se nos sexualiza"

Ni los repetidos acosos machistas logran que las 'streamers' dejen de hacer directo

Cada vez es más común entre los jóvenes alejarse de la televisión y el entretenimiento de los medios de comunicación convencionales. Su alternativa son las plataformas como Twitch, que ofrecen constantemente al usuario las prácticamente infinitas opciones de contenido que buscan. Durante el 2021, se registraban hasta dos millones de espectadores únicos conectados simultáneamente a esta plataforma de videos en directo.

Pero el mayor riesgo de estas plataformas, como el resto de las redes sociales, es el anonimato. Tras un perfil falso se pueden esconder menores de edad, acosadores o personas cuyo único objetivo es molestar.

El ciberacoso, según datos de la Policía Nacional y la fundación Mapfre, puede venir a partir de “insultos, amenazas, rumores o publicaciones vejatorias, o suplantación de identidad y perfiles falsos para que unos terceros ataquen al acosado”.

Sara Yang (SaraYangs en la plataforma), por ejemplo, recibió muchos comentarios racistas durante la pandemia: “Al ser asiática, y al haber empezado a hacer directos en el auge del COVID-19, entraban muchas personas a mi chat para echarme la culpa o insultarme”.

Los hombres que deciden hacer directos en la plataforma reciben estos acosos ocasionalmente, pero las mujeres se exponen a un doble obstáculo. Reciben los acosos generales, pero también sufren un constante machismo y sexualización.

 

EL PROBLEMA

No es un secreto que las mujeres tienen mayor dificultad que los hombres -a pesar de estar realizando el mismo contenido y al mismo nivel- a la hora de obtener espectadores fieles. Analizando el ranking hispanoparlante se puede observar que, desde el mes de febrero hasta agosto no ha habido ninguna mujer que supere el puesto número 20 en el mejor mes (febrero y agosto), y 34 en el peor mes (mayo). 

Esto ocurre porque hay mucha gente que cuestiona la seriedad de las mujeres a la hora de hacer directos. “Al ser mujer, tienes un porcentaje de tus seguidores que te están diciendo cómo eres de menos por ser mujer y que tienes la visibilidad que tienes por estar enseñando escote”, ha explicado Beatriz (Triixy21).

 

Así mismo, Garazi (Heyitsgarazi) es una artista que decide compartir su trabajo con los espectadores. Pero ha querido remarcar lo frustrante que es que aparezca en el chat gente que no es del gremio a cuestionar su ética y su forma de trabajar. Esto, al igual que el trato cariñoso que recibe, es solo por ser mujer: “Me he encontrado en más de una ocasión explicando en directo que lo que estoy haciendo es trabajar y que, aunque me encanta conversar con los espectadores, no me interesa que el tipo de cumplidos que me hagan sea por mi aspecto, sino por el trabajo que estoy realizando”.

 

Afortunadamente para ellas, en Twitch existen los roles de moderadores, que son personas encargadas de controlar el chat. Es decir, llamar la atención, borrar mensajes, castigar temporalmente o banear permanentemente del chat a los usuarios que incumplen las normas del canal. Pero, aunque los moderadores ayuden mucho en el chat, no siempre dan abasto.

En el caso de Nayara (Nysyx), el acoso muchas veces ha venido en masa. Un streamer tiene la opción de, cuando acaba el directo, dirigir a todos sus espectadores hacia otro canal -a esto se le conoce como raid-. En repetidas ocasiones, estos otros streamers han puesto durante su retransmisión el directo de Nayara en grande para comentar su físico y cosificarla, justo antes de hacer la raid:

 

“Y entonces entra toda su gente, por ejemplo 80 personas, a decirme que soy suya, que estoy buena o insultos como “puta””.

Helena (Helensitta) también fue acosada, pero por haber logrado entrar en un equipo como jugadora profesional de videojuegos. En este caso, a través del chat de voz de un juego, y con amenaza a su integridad física: “El chico literalmente soltó “Qué asco me da Helensitta, la mataba y la violaba”. Y todos sus amigos, en vez de recriminarle el comentario grave, se rieron. Es un mensaje muy peligroso, muy machista y todo por el odio de que una mujer haya conseguido algo, ya que para él no es válida para ello”. Helena acabó denunciando a este usuario.

 

Ana (Anniel_official) también se vio envuelta en temas legales por un acoso. En su caso, un hombre de unos cuarenta años -en este proyecto le hemos apodado Carlos para no revelar su identidad- que, aunque ella lo rechazara, intentaba ligar con ella de todas las maneras posibles, le contactaba usando todos los medios y redes sociales, y le regaló un televisor y un ordenador -con fotos y vídeos en alta calidad de ella como “regalo”-. Tras varios bloqueos y correos reincidentes, Ana se vio obligada de llevar todas las pruebas a los juzgados, con el fin de acabar con la ansiedad que le trajo el acoso.

Carlos tuvo que pagar una multa de 180 euros, y le prohibieron de hablar con Ana durante seis meses. “El problema es que, como Carlos vive lejos y esto solo lo consideran un delito leve, no sirve de nada una orden de alejamiento. Solo le han vetado de hablarme. Nada le impide venir y no hablarme, pero sí estar allí”. El miedo de la streamer venía especialmente derivado porque desconoce el aspecto de su acosador. “Da igual que mires 80 veces detrás de tu espalda, que pienses que el pavo está debajo de tu casa o que se ha alquilado el piso de enfrente”. Su única petición al juzgado fue ver la cara de Carlos, pero no le concedieron su deseo.

 

Mientras tanto, Twitch, no hace -ni puede hacer, ya que no tiene jurisdicción en España- nada al respecto. Es más, en algunos aspectos, aumenta la discriminación hacia la mujer. “A nivel de plataforma, los hombres pueden salir sin camiseta sin ningún tipo de problema y las mujeres pueden recibir algún tipo de queja hasta por marcar pezones o incluso por ir muy escotadas”, ha comentado Helena.

Resulta que, una mujer, si va en pantalón muy corto y, en algún momento del directo se da la vuelta y se le ve la forma del culo, esta streamer puede ser baneada de la plataforma. Un gran problema si se combina con la idea, e incluso tendencia, de ciertos hombres de capturar en un clip el momento del culo para su propio consumo.

También son baneadas las streamers que un día deciden llevar un poco más de escote. Pero estas normas no se aplican en la categoría de Hot Tub. La plataforma decidió abrir un espacio para las mujeres que quieran hacer un contenido sexualizado. En estos directos se ven ángulos picados, escotes pronunciados, espejos en las paredes para que se pueda apreciar el cuerpo entero, y unas actitudes de seducción.

La streamer más conocida de esta categoría es Amouranth, quién hace, a la vez que lo mencionado anteriormente, ASMR erótico. “A esta muchacha la han baneado 50 mil veces y aun así sigue en la plataforma. Porque a Twitch le da pasta”. María (PsiMaria) considera que todas las mujeres son libres de hacer lo que quieran, siempre y cuando se les aplique las mismas normas a todas.

El ASMR es una Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma. Es decir, un fenómeno biológico que provoca placer al escuchar o ver algo satisfactorio para el cerebro. En Twitch, el ASMR comenzó siendo una categoría en la que escuchar pequeños sonidos agradables. Pero cuando llegó a esta categoría la sexualización, todo cambió. Erica (Eri_kat) lleva cuatro años haciendo directos en esta categoría y puede explicar el cambio de mentalidad en los espectadores. “En ocasiones aparecen usuarios pidiéndote que hagas determinadas cosas que tienen que ver con ese contenido y/u otros que utilizan ese mismo mensaje, pero a modo de burla o para desprestigiar lo que tú haces”. Según la streamer, actualmente hay un 50% de los espectadores de esta categoría que buscan el ASMR erótico.

 

 

LA SOLUCIÓN

Al ser un problema tan amplio, todos los sectores pueden ayudar a combatir con el acoso machista en las redes sociales, y específicamente, en esta plataforma.

 

La solución más obvia para las protagonistas de los directos es la educación. Pero la educación tiene que ser muy clara con los límites y las consecuencias de sobrepasar estos límites, ha aclarado el psicólogo experto en educación, Luís Ignacio De Amores Cabello.

 

“Al combinar el modelado con una ausencia de límites, allí es cuando vienen los problemas de abuso”.

El modelado, consiste en aprender en base a lo que uno ve. Normalmente se trata de comportamientos que asociamos a ser chulos, como por ejemplo imitar un baile en TikTok o hacer un reto de Youtube. El peligro que menciona el experto es el caso de que, por ejemplo, yo veo a un personaje machista, no he aprendido a partir de mi educación que eso es malo -es decir, hay una ausencia de límites-, y empiezo a imitar ese comportamiento.

Alba Sotelino, una experta en psicología conductual, ha puesto un ejemplo de modelaje peligroso: “Hasta hace algunos años, teníamos a Wismichu -uno de los mayores referentes españoles en Youtube-, haciendo vídeos y forrándose a base de pedirles a las chicas en Chatroulette -una página para hacer videollamadas con desconocidos-  que le enseñaran las tetas, y riéndose de ellas. Ahora dice que no, que ya no es así. Vale. Pero es que ese contenido sigue allí. Y ese contenido era accesible para todos. ¿Qué puedes pedirles a chavales de 13 años, que al final lo que van a hacer es imitarle?”.

 

Además, es muy difícil para un padre comprender lo que está haciendo su hijo, o al contenido al que accede si él o ella no entiende de tecnología. Los padres y educadores también deben de aprender sobre tecnología. Así, por ejemplo, sabrían cómo usar el control parental de las diferentes aplicaciones.

 

Hemos visto cómo hay streamers que fomentan el machismo. Es muy importante que, seamos compañeros de plataforma o seamos espectadores, conozcamos la importancia de denunciar cuando vemos que algo está mal. Explicar, intentar educar sobre por qué ese contenido antes era aceptable pero ahora ya no. Y si estos comentarios vienen de un usuario en nuestro chat, lo mismo.

 

Intentamos educar hasta llegar a tener la comunidad que queremos. Y si el usuario se niega a hacer caso, toca bloquear o banear.

 

Por otro lado, Twitch debería de ponerse más estricto ante los baneos. Especialmente si son recurrentes y van asociados a comentarios machistas o de acoso. Ya sea baneando por IP o prohibiendo durante un tiempo concreto la entrada a la plataforma. Si un usuario ve que, aunque moleste y lo baneen, puede hacerse otra cuenta con la que volver a molestar, lo seguirá haciendo. La ausencia de consecuencias es una de las causantes del elevado número de acosos.

 

La legislatura -al menos la española-, también debería de asimilar un cambio. Hay que replantear el grado de delito que implica un acoso cibernético, o al menos cambiar el castigo que acompaña el delito. Especialmente porque cada vez son y serán más frecuentes. No porque crezca el número de casos, sino porque más mujeres se atreverán a explicar su historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las streamers han tenido que recurrir a diferentes métodos para evitar el acoso. Sea teniendo buenos moderadores que controlan el chat, o girando las preguntas incómodas para su favor. Beatriz (Triixy21), por ejemplo, llegó a esconder el escote los días más calurosos: "Me ponía el micrófono adrede justo delante del pecho para tapar".

Teniendo buenos moderadores, denunciando, educando a nuestra comunidad, creando referentes femeninos en el ámbito, no culpabilizando nunca a las mujeres, aplicando consecuencias más severas y enseñando límites son algunas de las maneras de combatir, o al menos disminuir, los casos de acoso en Twitch. Así es como han conseguido las veintisiete streamers consultadas lograr tener una comunidad en la que están a gusto, y en la que se sienten cómodas. Porque por suerte, cada vez hay más mujeres decididas a tener un hueco en este mundo.

 

Tal y como ha explicado Susana (SugusSusana) “aunque pueda parecer muy poco -en parte lo es- para mí significa un montón haber pasado de un 98% de audiencia masculina y solo un 2% femenina a haber conseguido alcanzar un 9,3% de seguidoras femeninas”.

Este es un estudio que incluye 27 entrevistas y testimonios a algunas de las streamers de nuestro país, que cuentan en primera persona sus experiencias, de gran utilidad para comenzar a abordar seriamente un cambio legislativo, social y educativo en el trato a las mujeres en los entornos digitales y no digitales

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